Tito Salazar, el nombre de la música, el apellido del arte,
el hombre que hoy se retira, y sin embargo nos deja su presencia. El artista
con manos llenas de magia, y de una bendita alegría, esa su esencia, su loca y
extravagante ironía.
De diferentes derroteros y con un solo pincel, pitando con
sangre y esbozando con sonrisas, va retractándose su vida en la institución
“San Vicente Ferrer”.
Son los retratos en las paredes del colegio la imagen de su
persona, y es ese dulce sonido demoníaco que resuena en los pasillos, su figura
metafísica cuidando lo que más le apasiona.
Licenciado, no te vas
ni te retiras,
porque tú eres
vicentino,
eres inmortal, fuerte
y tenaz,
eres el pintor
cantante del destino.
Has impregnado tu
huella en acordes,
has colocado tu vida
en pinturas,
y siempre con una
altiva alegría
diste y darás el
mejor espectáculo.
“Aun cuando no
existiesen melodías, él sabría crear la más perfecta armonía, porque él es un
maestro, un erudito de la estética artística, él es Tito Salazar.”
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